Galería a prueba de fallos
Por: Bernardette Gómez
@nardygi
Ella corresponde a la generación en la que mecanografía era parte de la agenda de clases en secundaria. Ella, no precisamente disfrutaba de la repetición de tecleos como el básico asdf ñlkj asdf ñlkj. Cuando estudió en el Colegio Niños Héroes, nunca imaginó que ese mismo artefacto que “olvidaba” llevar a clases, sería aquel que hoy convocó a un grupo de personas a la galería de un museo.
“Gracias por estar aquí; por interés, por simpatía, porque no tienen nada qué hacer hoy… “ con una sonrisa, entre los nervios y la emoción, Elsa Oviedo se dirige a los presentes. La joven tepatitlense observa el recinto a través de sus gafas, sostiene unas tijeras con la mano. Cortará el listón que inaugure la exhibición de esta noche.
“Me interesó la manifestación del error, es una oportunidad para crear cosas nuevas”, expresa la artista audiovisual. “Llegó a mi cabeza la frase la vida es un constante y largo error, un tanto con la ironía de algo que sucede todo el tiempo, un error es un evento extraordinario, entonces me plantee plasmar repetidamente en una máquina de escribir, como la que usaba en el Niños Héroes – sonríe - y pues hice 112 hojas. En realidad quería hacer 111 y me equivoqué en la cuenta”.
Elsa estudió Ciencias de la Comunicación, y no muy segura de su decisión de ser periodista buscó en las artes. El interés en las letras y la fotografía la llevaron a ver más allá.
Al teclear cientos de veces la misma frase en una Olivetti “me di cuenta que donde me había equivocado era en la ubicación de los puntos finales de cada oración y eso, formaba patrones rítmicos” platica.
Una maestría que la encaminó al arte sonoro cambió el sentido de ese error, “y yo dije, qué pasaría si le quito las letras y dejo sólo los puntos se verían esas líneas más definidamente. Utilicé esos puntos para en un programa de audio crear una pieza sonora tomando como pauta su ubicación”, relata Elsa quien se inspiró en el mecanismo de una pianola para que esos signos que no quedaron en su lugar sonaran.
Entre el murmullo y la música de fondo ella puede transportarse a la época en la que la máquina de escribir se cargaba al hombro durante los tres años de secundaria, etapa en la que sólo aspiraba a ser atleta, “jamás me imaginé que mi vida se inclinaría hacia el rumbo del arte – dice Elsa – me di cuenta que no aprendí mecanografía, no llevar la máquina tuvo sus consecuencias, este caso favorables, espero”. Sonríe.
La exposición de Elsa Oviedo es la primera en la agenda de eventos del Museo de la Ciudad de Tepatitlán en el año 2015. Cuando el listón inaugural se cortó significó “un paso para un gran camino hacia el que quiero llevar mi trabajo, mi persona, la culminación de una meta inicial que fue, qué voy a hacer con estas ideas que estás en mi cabeza, cómo lo voy a materializar y como lo voy a compartir”, así lo definió la artista entre la emoción de reencontrarse con su gente, en su tierra, la que tuvo que dejar para materializar sus sueños.
@nardygi
Ella corresponde a la generación en la que mecanografía era parte de la agenda de clases en secundaria. Ella, no precisamente disfrutaba de la repetición de tecleos como el básico asdf ñlkj asdf ñlkj. Cuando estudió en el Colegio Niños Héroes, nunca imaginó que ese mismo artefacto que “olvidaba” llevar a clases, sería aquel que hoy convocó a un grupo de personas a la galería de un museo.
“Gracias por estar aquí; por interés, por simpatía, porque no tienen nada qué hacer hoy… “ con una sonrisa, entre los nervios y la emoción, Elsa Oviedo se dirige a los presentes. La joven tepatitlense observa el recinto a través de sus gafas, sostiene unas tijeras con la mano. Cortará el listón que inaugure la exhibición de esta noche.
“Me interesó la manifestación del error, es una oportunidad para crear cosas nuevas”, expresa la artista audiovisual. “Llegó a mi cabeza la frase la vida es un constante y largo error, un tanto con la ironía de algo que sucede todo el tiempo, un error es un evento extraordinario, entonces me plantee plasmar repetidamente en una máquina de escribir, como la que usaba en el Niños Héroes – sonríe - y pues hice 112 hojas. En realidad quería hacer 111 y me equivoqué en la cuenta”.
Elsa estudió Ciencias de la Comunicación, y no muy segura de su decisión de ser periodista buscó en las artes. El interés en las letras y la fotografía la llevaron a ver más allá.
Al teclear cientos de veces la misma frase en una Olivetti “me di cuenta que donde me había equivocado era en la ubicación de los puntos finales de cada oración y eso, formaba patrones rítmicos” platica.
Una maestría que la encaminó al arte sonoro cambió el sentido de ese error, “y yo dije, qué pasaría si le quito las letras y dejo sólo los puntos se verían esas líneas más definidamente. Utilicé esos puntos para en un programa de audio crear una pieza sonora tomando como pauta su ubicación”, relata Elsa quien se inspiró en el mecanismo de una pianola para que esos signos que no quedaron en su lugar sonaran.
Entre el murmullo y la música de fondo ella puede transportarse a la época en la que la máquina de escribir se cargaba al hombro durante los tres años de secundaria, etapa en la que sólo aspiraba a ser atleta, “jamás me imaginé que mi vida se inclinaría hacia el rumbo del arte – dice Elsa – me di cuenta que no aprendí mecanografía, no llevar la máquina tuvo sus consecuencias, este caso favorables, espero”. Sonríe.
La exposición de Elsa Oviedo es la primera en la agenda de eventos del Museo de la Ciudad de Tepatitlán en el año 2015. Cuando el listón inaugural se cortó significó “un paso para un gran camino hacia el que quiero llevar mi trabajo, mi persona, la culminación de una meta inicial que fue, qué voy a hacer con estas ideas que estás en mi cabeza, cómo lo voy a materializar y como lo voy a compartir”, así lo definió la artista entre la emoción de reencontrarse con su gente, en su tierra, la que tuvo que dejar para materializar sus sueños.
Los errores son un pretexto para crear cosas nuevas
Elsa Oviedo