Los maras le quitaron sus piernas; su valor lo hizo seleccionado nacional
Por: Emma Gómez
La violencia le arrebató la movilidad de su cuerpo y su espíritu se conmocionó. Alexander Gálvez seleccionado guatemalteco de baloncesto de 34 años de edad, sufrió un accidente apenas a los catorce años. Esto transformó su forma de ver la vida y marcó el inicio de maravillosos proyectos en pro de sus paisanos.
—Fui a la tienda al medio día a comparar un refresco. Había un grupo de maras en la tienda y me metieron un balazo… desde ese momento perdí la sensación en las piernas—relata Alex, quien duró tres años luchando de hospital en hospital.
— ¿Y si me muero? Y… ¿si no me muero?... ¡Tengo que hacer algo productivo en mi vida! Recuerda que eran unas de las preguntas que pasaban por su mente en los momentos en que se debatía la vida en una cama de hospital.
La bala que le impactó el hueso del brazo derecho, cortó al instante la médula pero salió a los sietes días por el otro brazo. Pudo ser peor.
—La pistola me la pusieron en la frente pero como yo quise evitar el disparo, impactó mi hombro.
El ataque que le causó la pérdida de movilidad del pecho hacia abajo, fue obra de una confusión según recuerda el basquetbolista:
—Lo único que querían era hacerle daño a la gente de otro sector, seguramente pensaron que yo era uno de ellos, porque a pesar de mi edad yo siempre me veía más grande.
Gálvez consiguió rehabilitarse en Estados Unidos y ahí aprendió muchas cosas. Por ejemplo, cómo curar las úlceras de presión y por ello, cuando regresó a Guatemala quiso implementar un programa similar para las personas que enfrentan situaciones como la que él estaba viviendo y que no tienen la oportunidad de ir a Estados Unidos.
—Empezamos cuatro personas para ayudar a otros. Comenzamos a traer sillas de ruedas y medicamentos. Así empezó a crecer este proyecto.
John Bell es uno de los pilares de la Asociación que lleva por nombre “Transiciones”, que busca integrar a las personas con discapacidad, les otorga becas para continuar sus estudios, imparte la materia de inglés y talleres como el de fabricación de sillas de ruedas. Además de atención médica se incluyó un programa deportivo que funciona como incentivo una vez que los pacientes recuperaran la salud y así puedan desenvolverse de manera normal para que la gente vea —que nos estamos divirtiendo, que hacemos deporte y no como siempre se ve en la calle pidiendo dinero o muriendo en los hospitales—.
A falta de apoyos y una Federación del deporte para personas con discapacidad, un grupo de personas iniciaron una pequeña liga de baloncesto en silla de ruedas.
—Queríamos hacer una diferencia en Guatemala porque no había un deporte activo, y empezamos a jugar con sillas hospitalarias, y eso nos ayudó como rehabilitación y para quitar el trauma a raíz del accidente.
A pesar de las limitaciones y la falta de apoyo de su Federación, la delegación guatemalteca ha asistido a eventos deportivos internacionales como los pasados Juegos Parapanamericanos celebrados en Guadalajara en 2011.
El optimismo es una de las cualidades que emana del atleta.
—He tenido momentos duros como cualquier persona, y pues del accidente debo pensar que sólo fue un mal día […] A mí no me puede decir un discapacitado ´no sabes lo que se siente´ porque sí sé que se siente, llevo más de la mitad de mi vida en silla de ruedas— dijo Gálvez con un poco de tristeza y admitió que él es —un poco terco y perfeccionista, cosas que me gustaría cambiar para disfrutar de lo bueno que tengo. Ya es tiempo para mí.
Entre sus actividades favoritas está el pintar al óleo, una de las actividades que más disfruta y que combina con la práctica del deporte aunque también admite que “tengo mi familia y es prioridad, mi esposa es mi familia y ya pensamos tener hijos. Además considero a todas las personas del proyecto Transiciones como familia porque los conozco desde pequeños”.
Delia Rodenas, compañera de vida de Alex, es administradora de empresas —tenemos seis años de casados, pero como 15 de estar juntos—. La pareja se conoció en el hospital dónde Alex fue para ayudar a sus compañeros, y Delia, quien no padece discapacidad, estaba realizando sus prácticas profesionales en dicho hospital.
El joven altruista; pintor; deportista y hasta diseñador gráfico por el diplomado que tomó en su estancia en Estados Unidos, profesa la filosofía de romper las barreras y confiesa que su “mayor alegría es cada día que empieza, porque no sé qué va a pasar. ¡Me gustan mucho los retos!”
Por: Emma Gómez
La violencia le arrebató la movilidad de su cuerpo y su espíritu se conmocionó. Alexander Gálvez seleccionado guatemalteco de baloncesto de 34 años de edad, sufrió un accidente apenas a los catorce años. Esto transformó su forma de ver la vida y marcó el inicio de maravillosos proyectos en pro de sus paisanos.
—Fui a la tienda al medio día a comparar un refresco. Había un grupo de maras en la tienda y me metieron un balazo… desde ese momento perdí la sensación en las piernas—relata Alex, quien duró tres años luchando de hospital en hospital.
— ¿Y si me muero? Y… ¿si no me muero?... ¡Tengo que hacer algo productivo en mi vida! Recuerda que eran unas de las preguntas que pasaban por su mente en los momentos en que se debatía la vida en una cama de hospital.
La bala que le impactó el hueso del brazo derecho, cortó al instante la médula pero salió a los sietes días por el otro brazo. Pudo ser peor.
—La pistola me la pusieron en la frente pero como yo quise evitar el disparo, impactó mi hombro.
El ataque que le causó la pérdida de movilidad del pecho hacia abajo, fue obra de una confusión según recuerda el basquetbolista:
—Lo único que querían era hacerle daño a la gente de otro sector, seguramente pensaron que yo era uno de ellos, porque a pesar de mi edad yo siempre me veía más grande.
Gálvez consiguió rehabilitarse en Estados Unidos y ahí aprendió muchas cosas. Por ejemplo, cómo curar las úlceras de presión y por ello, cuando regresó a Guatemala quiso implementar un programa similar para las personas que enfrentan situaciones como la que él estaba viviendo y que no tienen la oportunidad de ir a Estados Unidos.
—Empezamos cuatro personas para ayudar a otros. Comenzamos a traer sillas de ruedas y medicamentos. Así empezó a crecer este proyecto.
John Bell es uno de los pilares de la Asociación que lleva por nombre “Transiciones”, que busca integrar a las personas con discapacidad, les otorga becas para continuar sus estudios, imparte la materia de inglés y talleres como el de fabricación de sillas de ruedas. Además de atención médica se incluyó un programa deportivo que funciona como incentivo una vez que los pacientes recuperaran la salud y así puedan desenvolverse de manera normal para que la gente vea —que nos estamos divirtiendo, que hacemos deporte y no como siempre se ve en la calle pidiendo dinero o muriendo en los hospitales—.
A falta de apoyos y una Federación del deporte para personas con discapacidad, un grupo de personas iniciaron una pequeña liga de baloncesto en silla de ruedas.
—Queríamos hacer una diferencia en Guatemala porque no había un deporte activo, y empezamos a jugar con sillas hospitalarias, y eso nos ayudó como rehabilitación y para quitar el trauma a raíz del accidente.
A pesar de las limitaciones y la falta de apoyo de su Federación, la delegación guatemalteca ha asistido a eventos deportivos internacionales como los pasados Juegos Parapanamericanos celebrados en Guadalajara en 2011.
El optimismo es una de las cualidades que emana del atleta.
—He tenido momentos duros como cualquier persona, y pues del accidente debo pensar que sólo fue un mal día […] A mí no me puede decir un discapacitado ´no sabes lo que se siente´ porque sí sé que se siente, llevo más de la mitad de mi vida en silla de ruedas— dijo Gálvez con un poco de tristeza y admitió que él es —un poco terco y perfeccionista, cosas que me gustaría cambiar para disfrutar de lo bueno que tengo. Ya es tiempo para mí.
Entre sus actividades favoritas está el pintar al óleo, una de las actividades que más disfruta y que combina con la práctica del deporte aunque también admite que “tengo mi familia y es prioridad, mi esposa es mi familia y ya pensamos tener hijos. Además considero a todas las personas del proyecto Transiciones como familia porque los conozco desde pequeños”.
Delia Rodenas, compañera de vida de Alex, es administradora de empresas —tenemos seis años de casados, pero como 15 de estar juntos—. La pareja se conoció en el hospital dónde Alex fue para ayudar a sus compañeros, y Delia, quien no padece discapacidad, estaba realizando sus prácticas profesionales en dicho hospital.
El joven altruista; pintor; deportista y hasta diseñador gráfico por el diplomado que tomó en su estancia en Estados Unidos, profesa la filosofía de romper las barreras y confiesa que su “mayor alegría es cada día que empieza, porque no sé qué va a pasar. ¡Me gustan mucho los retos!”