Por: Bernardette Gómez
¿Qué mantiene tan vivo un panteón? ¿Quién a mueve un recinto donde reposan cuerpos sin vida?
Una celebración misteriosa donde se mezcla lo religioso y lo pagano, el miedo y la burla. A la muerte la ridiculizamos en caricaturas y "calaveras", y nos la comemos en dulce o pan.
No es el hecho de morir, no es irnos de este mundo… es pensar en qué sigue, es imaginar a dónde vamos. A ese otro sitio sobre el que hacemos representaciones, costumbres y tradiciones que se convierten en culturas, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos.
Sólo a los mexicanos se nos ocurriría algo así, llenar las tumbas con flores, adornarlas con papel picado… ¡qué no falte el colorido!, y por si fuera poco, llévenles bebidas, ¡cocínenle a los muertos!
Un día donde el desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos. El pensar en la parca Nos recuerda, a todos por igual en lo que somos, un montón de huesos.
Dos de noviembre, las tradiciones mezclan sentimientos en contraste, el dolor de perder a un ser querido se une al colorido de la fiesta y la diversión. La muerte se vuelve jocosa e irónica.
Para algunos, final, para los que creen: principio… y para los mexicanos ¡fiesta! Llámenle miedo, díganle burla o vuélvanla costumbre.
Es el día de muertos una celebración viva, es del pueblo, porque todos, tenemos alguien a quien recordar.
En México, adornar las tumbas, recordar a los que se fueron con fiesta, es toda una tradición. Una muestra de ello, son estas imágenes que se captaron en el Panteón de Mezquitán en la ciudad de Guadalajara, justo el día de muertos.
Una celebración misteriosa donde se mezcla lo religioso y lo pagano, el miedo y la burla. A la muerte la ridiculizamos en caricaturas y "calaveras", y nos la comemos en dulce o pan.
No es el hecho de morir, no es irnos de este mundo… es pensar en qué sigue, es imaginar a dónde vamos. A ese otro sitio sobre el que hacemos representaciones, costumbres y tradiciones que se convierten en culturas, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos.
Sólo a los mexicanos se nos ocurriría algo así, llenar las tumbas con flores, adornarlas con papel picado… ¡qué no falte el colorido!, y por si fuera poco, llévenles bebidas, ¡cocínenle a los muertos!
Un día donde el desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos. El pensar en la parca Nos recuerda, a todos por igual en lo que somos, un montón de huesos.
Dos de noviembre, las tradiciones mezclan sentimientos en contraste, el dolor de perder a un ser querido se une al colorido de la fiesta y la diversión. La muerte se vuelve jocosa e irónica.
Para algunos, final, para los que creen: principio… y para los mexicanos ¡fiesta! Llámenle miedo, díganle burla o vuélvanla costumbre.
Es el día de muertos una celebración viva, es del pueblo, porque todos, tenemos alguien a quien recordar.
En México, adornar las tumbas, recordar a los que se fueron con fiesta, es toda una tradición. Una muestra de ello, son estas imágenes que se captaron en el Panteón de Mezquitán en la ciudad de Guadalajara, justo el día de muertos.